Miel es la sustancia dulce azucarada producida por las abejas a partir del néctar de las flores y que ellas recolectan, transforman, combinan con sustancias específicas y almacenan en sus panales (Def. Código Standard Internacional de Comercio).
Su sabor y color dependen de la flor de la que procede el néctar. Mieles multiflorales son las que vienen de una flora muy variada, a diferencia de las monoflorales que provienen especialmente de sólo una especie floral, tales como el Ulmo, Quillay, Palto, etc.
La miel está clasificada en el grupo de los alimentos hidrocarbonatos, aquellos que están formados por hidrógeno, carbono y oxígeno, elementos que proporcionan calorías al organismo. Debido a que contiene azúcares simples (glucosa y fructosa), el cuerpo la asimila rápidamente incorporándola directamente al torrente sanguíneo, traduciéndose en una rápida fuente de energía.
Las propiedades de la miel contribuyen al mantenimiento del esqueleto (calcio) y a la regeneración de la sangre (hierro). Sus efectos medicinales son incuestionables. Contiene propiedades antibióticas, antisépticas y cicatrizantes, siendo muy útil en casos de quemaduras, llagas y heridas. Su actividad antianémica es muy notable por el aumento de la hemoglobina en la sangre. Facilita las funciones digestivas y respiratorias. Tiene efectos diuréticos y sedativos.
Popularmente se conocen sus efectos curativos de la tos, bronquitis, catarros, etc., así como contra el reumatismo y estreñimiento. Cada variedad de miel tiene unas propiedades específicas, pero hay que destacarla según su origen botánico.
Quizás las malas noticias son para las personas que cuidan su dieta contando calorías, porque 100 gramos de miel contienen 325 calorías; sin embargo, esto es especialmente recomendable para quienes requieren dosis adicionales de energía, como deportistas, personas que realizan actividades con altas exigencias físicas e intelectuales, niños y ancianos.
Miel v/s Azúcar
La miel es un alimento básicamente energético, por su elevado contenido en azúcares (especialmente, fructosa y glucosa), pero tiene un aporte calórico inferior (un 25% menos) al del azúcar convencional o sacarosa. Además, permite controlar mejor los niveles de glucosa en sangre, convirtiéndose en una alternativa interesante para quienes sufren problemas de tolerancia a la glucosa o de secreción de insulina; por otro lado, su poder edulcorante es mayor que el del azúcar cuando se trata de endulzar bebidas frías o ácidas, si bien es inferior ante las bebidas calientes.
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